El Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa que afecta a las conexiones cerebrales, viéndose afectadas las capacidades cognitivas, y que provocan alteraciones psicológicas y conductuales. Es el tipo de demencia más común. Es de origen lento que va evolucionando en varias fases: inicial, moderada y avanzada. 

TIPOS DE TRATAMIENTOS:

Tratamiento farmacológico: conjunto de fármacos para abordar algunos síntomas.

Terapias no farmacológicas: son el conjunto de estrategias encaminadas a mantener las capacidades cognitivas y/o disminuir los síntomas. 

CONSEJOS BÁSICOS:

¿Cómo convivir diariamente con la enfermedad de Alzheimer? 
  1. Establecer rutinas diarias: alimentación, aseo, descanso, actividad. 
  2. Marcar horarios estables y regulares.
  3. Estimulación cognitiva y sensorial según la fase: mediante actividades, ejercicios y tareas que sean de interés, sencillos y de disfrute. 
  4. Acompañar con paciencia y empatía: tono amable, contacto físico, animar en lugar de insistir.
¿Cómo abordar los cambios psicológicos y conductuales en el Alzheimer?

Las personas con Alzheimer pueden presentar algunos síntomas psicológicos relacionados con el estado de ánimo: depresión, ansiedad y apatía; y cambios conductuales como la agitación, agresividad, irritabilidad, inquietud, gritos y deambular errático. Estos síntomas pueden dar lugar a situaciones muy desafiantes. 

  1. Síntomas psicológicos
  • No insistir para que se anime ya que puede sentir incomprensión, ser contraproducente y empeorar el estado de ánimo. 
  • Evitar las situaciones tensas y las discusiones. 
  • Responder con afecto y evitar razonar.
  • Contacto físico si es posible. 
  • Dar comodidad, seguridad, y simpleza en el entorno.
  • Intentar estimular con pequeñas actividades o tareas, observando si son de disfrute y si es posible su realización, sin presionar. Si realiza una tarea poco tiempo, felicitar y no insistir más.
  • Si no le apetece hacer alguna actividad, dejarlo estar y buscar otros momentos más propicios. 
  1. Síntomas conductuales
  • Dar apoyo y compañía. Evitar el aislamiento, invitando amablemente a participar en reuniones y actividades.
  • Ajustar las tareas y actividades a lo que pueda realizar para no generar frustración; 
  • Transmitir sensación de tranquilidad; Reaccionar con calma y no alarmarse para no aumentar el nerviosismo. 
  • Observar y atender a las condiciones de comodidad. 
  • Hablarle lento y claro, pausado, frases cortas y sencillas. 
  • Dar un mensaje cada vez, sin demasiadas preguntas. Repetir si es necesario, sin insistir.
  • Cuando la persona cuidadora está cansada o nerviosa, es mejor esperar a otro momento para comunicarse; evitar transmitir enfado, malestar o gritos. 
  • Integrar en las conversaciones si es posible, intentando hacer entender con contacto físico y visual

Recomendaciones básicas para las personas cuidadoras:

  1. Solicitar asesoramiento especializado: personal sanitario, trabajadoras/es sociales, apoyo psicológico, asociaciones. 
  2. Autocuidado: buscar apoyos, recursos y ayudas; descansar;  actividad física y alimentación saludable; distracción, desconexión y disfrute. 
  3. Participar en grupos de apoyo con otras personas cuidadoras, como el proyecto “Tren de la Felicidad” de Acufade.

 

Realizado por: Sabrina Pérez, psicóloga de ACUFADE.
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