Desde la Primera Ola Feminista, las mujeres han luchado por la autonomía económica y el reconocimiento del trabajo doméstico. En la Segunda Ola, se denunció cómo el sistema se sostenía sobre la explotación de los cuidados, naturalizando que las mujeres debían realizarlos gratis. La Tercera Ola amplió la mirada: las mujeres racializadas y las que tienen pocos recursos llevan la carga más pesada, cuidando en condiciones de precariedad mientras se les niegan derechos básicos. Y hoy, en la Cuarta Ola, seguimos exigiendo políticas públicas que redistribuyan de manera justa los cuidados, porque sin corresponsabilidad real, la opresión persiste.
Mientras algunas mujeres pueden delegar parte de los cuidados, otras los asumen en condiciones de sobreexplotación. La desigualdad atraviesa esta crisis de forma brutal: los hogares ricos compran tiempo, los hogares pobres lo hipotecan. Las exigencias son claras para nuestra entidad: que el Estado asuma su responsabilidad con políticas públicas efectivas, que el mercado deje de aprovecharse de la precariedad de quienes cuidan, y que los cuidados dejen de ser una carga invisible sobre los mismos cuerpos de siempre. Sin justicia en los cuidados, no hay justicia social.
Hemos querido compartir en este Marzo las reivindicaciones del movimiento feminista sobre cuidados para recordar parte de nuestra genealogía.
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Infografía Cuarta Ola
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